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¿Por qué leer?

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Hmm muy buena pregunta. Tres puntos para la revista CLIJ que el mes pasado publicó (CLIJ 216) mi reflexión personal sobre las posibles respuestas a esta simpática cuestión.
Es un simple juego que, en mi opinión (no estoy convencido), merece un desarrollo posterior para fomentar una nueva tertulia en una de las próximas cenas en casa de JK.
Gracias a Victoria por la ayuda, y a Victoria y Maite por el espacio ofrecido.


El lector tortuga
por Marcello Conta

En aquella época viajaba mucho, me gustaban los sitios difíciles donde la organización mental del pensamiento fuera diferente. Durante un viaje en autobús entre dos pueblos, cuatro hombres encapuchados juntos con sus ametralladoras subieron en una parada. Provistos de sus billetes amenazaron a los otros viajeros con secuestrarnos a todos, yo incluido evidentemente.
Dejaron las amenazas y pasaron a los hechos, fui rehén durante un tiempo, un par de días, al tercero nos dejaron ir sin mayor explicación. Como vinieron se fueron, como una hola de aire fresquito; todos nos miramos y regresamos andando al pueblo más cercano para comprar golosinas y comprobar el estado de nuestros fondos garantizados. No entendí sus reivindicaciones pero aprendí que para las peticiones a las autoridades competentes es necesario enseñar una foto carnet y un periódico actualizado.
Catorce rehenes, seis guerrilleros, cuatro metralletas, un tenedor, dos pistolas, una bomba de mano norteamericana Mk II de la segunda guerra mundial, un cuchillo suizo y tres periódicos que con el pasar de los días se fueron desgastando, hasta quedar maltrechos y sobre todo viejos. Por esta razón el comandante de esta temida pandilla, un tal Emilio, no pudo seguir con el plan “captura de rehenes”, renunció sin rechistar, ya que sin periódico resultaba imposible pedir un rescate, pero no pudo renunciar a nuestras fotos para su colección privada.
Alto, con barba, fumador de cigarrillos hechos a mano, lector de novelas negras y sobre todo apasionado de literatura infantil resultó ser un tipo peculiar. Para la foto de iniciación se nos pasaron unos cuantos álbumes de su pequeña biblioteca personal. A mi me tocó King Kong de Anthony Browne, un buen álbum, aunque la impostación tipográfica se me hace muy antigua, reconozco en él un valor mágico, surreal e irónico que conquista el lector. Finamente ilustrado con gusto y capacidad compositiva, junto a mi King Kong aprendí el sentido de mi leer: fue un acto de rebeldía que me alejó de aquella realidad para encontrar mi propio rincón, en el que aún hoy me refugio cada vez que lo necesito.
Pero la realidad sigue persiguiendome con su implacable antipatía calificándome como un “lector tortuga”. Se trata, de una subespecie, con evidentes dificultades para el aprendizaje, lenta evidentemente, a la que le molesta mucho no haber entendido una parte, una palabra, una frase; una persona muy controvertida que duda constantemente entre seguir adelante y retomar aquella página o aquella frase descubriendo el nuevo sentido, o la antigua y difícil referencia. Esta actitud es bastante común aunque depende en que porcentaje viene aplicada, esta tipología de lector recuerda muy bien las partes de libros que ha sufrido y bastante mal el libro en su conjunto.

Por esta razón aún hoy sigo en la playa de Puerto Escondido preguntandole a Emilio las razones militares que inducen a King Kong a huir y encaramarse a los rascacielos.
Muy a menudo leo las indicaciones de las medicinas, y las leo porque no puedo evitarlo.


Referencias bibliograficas y personales
King Kong, Anthony Browne, FCE, Madrid¿? 2006.
El comandante Emilio: Emilio Urberuaga, ilustrador.

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